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John Lennon escribió el clásico "Imagine" en 1971, y su verso final tenía un mensaje inspirador: "Diréis que soy un soñador, pero no soy el único. Ojalá algún día os suméis a nosotros y el mundo será de todos". A quienes imaginamos la posibilidad de un mundo más bonito se nos dice que somos soñadores poco realistas que creemos en milagros. ¿Pero qué es un milagro? No es la intervención de una fuerza externa que surge de la nada y desafía las leyes de la física, sino algo que antes parecía imposible porque nuestra limitada visión del mundo no podía comprenderlo. Cuando ampliamos nuestra visión nos abrimos a posibilidades mayores que antes no podíamos ver ni comprender. La forma de crear "milagros" en nuestras vidas y en este planeta es ampliando nuestra conciencia para que lo "milagroso" se haga realidad; aprovechar el poder de la imaginación es la clave para lograr esta transformación y tener una visión clara de una realidad diferente le da la forma explícita y crea el potencial para que llegue a existir. La imaginación se convierte en un puente que une la realidad actual con otra más positiva.
Usemos nuestra imaginación para ver cómo sería el mundo si estuviera inspirado por una conciencia evolucionada. La compasión y el sentido común serían los principios básicos junto con la justicia, la libertad, la abundancia y la felicidad como objetivos últimos. Estos valores estarían en el centro de todos los aspectos de nuestra sociedad, y por ejemplo, preservar la naturaleza, ya no sería un problema, porque una relación sana y sostenible con nuestro hermoso planeta sería algo natural en una sociedad de seres despiertos. A nivel global, la gente de nuestro mundo imaginado no podría soportar las atrocidades del hambre, la guerra, la injusticia o la violencia. Pero, ¿cómo podemos pasar de donde estamos a esta etapa más evolucionada de la humanidad? Un buen punto de partida es imaginar una forma diferente de educar a nuestros hijos; una forma que promueva y potencie su deseo natural de ser libres y felices.
Tu imaginación da forma a una nueva realidad
Nuestro actual sistema educativo se creó para proporcionar a la sociedad piezas flexibles que encajaran fácilmente en la economía. Desde pequeños debemos levantarnos pronto cada mañana e ir a un lugar impersonal y antiséptico en el que permanecer hasta que "ellos" toquen el timbre. Después volvemos a casa, pero nos llevamos con nosotros "trabajo para casa" para asegurarnos de que no olvidamos que el trabajo es nuestra función más importante, lo que nos convierte en perfectos autómatas para encajar en la economía. Una vez que terminamos nuestra educación, la misma monotonía continúa: todos los días nos vemos obligados a levantarnos temprano e ir a un lugar en el que no queremos estar, solo que ahora no es una escuela, sino un edificio de oficinas o una fábrica donde debemos quedarnos hasta que "ellos" digan que podemos irnos a casa. En la sociedad que imaginamos, la educación estará orientada a enseñarnos a hacer las cosas que amamos, por nuestro propio sentido del valor y para la mejora de todos. Los niños aprenderán meditación además de matemáticas, y sensibilidad además de ciencia. Se les animará a pensar libremente y a seguir su corazón para crear carreras que sean alegres, productivas y satisfactorias.
¿Cómo sería la sanidad en nuestro mundo imaginario? Ahora nos enseñan desde pequeños que si tienes un problema físico el único lugar al que puedes acudir es al médico, y aunque seguramente la mayoría de ellos tienen buenas intenciones, han sido elegidos por la industria médica. La curación, que debería ser un don, se ha convertido en un centro de beneficios dominado por las codiciosas empresas farmacéuticas cuyo objetivo no es curarnos, porque cuando nos curamos pierden clientes, y eso no es un buen negocio. Su objetivo es hacernos cada vez más dependientes de sus medicamentos para el resto de nuestras vidas, no nos ven como seres humanos que necesitan curarse, sino como clientes perfectos para las enfermedades que pretenden tratar. Pero si dejas volar tu imaginación, ésta puede llevarte a una sociedad evolucionada en la que la curación no es un negocio, la atención sanitaria sería gratuita para todos, haciendo hincapié en la vida sana como la mejor medicina. Nuestra alimentación sería limpia, natural y nutritiva, y si surgiera un problema físico tendríamos acceso a la medicina integrada, que combina la última tecnología médica con alternativas naturales para restablecer la buena salud. Esto iría de la mano de un sistema económico más justo. Vivimos en un planeta pródigo que ha sido bendecido con suficiente abundancia natural para que todo el mundo prospere y, sin embargo, muchos no lo hacen. La razón es que estamos enfrentados en un sistema que refleja los instintos primitivos del darwinismo social: la "supervivencia del más fuerte". Es un mundo materialista en el que la codicia y los excesos no sólo se toleran, sino que se veneran; además, tenemos un sistema financiero amañado que se aprovecha de la gente corriente. Para cambiar este panorama tenemos que imaginar y poner en práctica una economía basada en valores más elevados. Nuestro objetivo sería un mundo en el que la codicia diera paso a la generosidad y la competencia se transformara en cooperación.
La raza humana ha recorrido un largo camino desde nuestros primitivos inicios y ahora es el momento de que demos el siguiente paso en nuestra evolución. A lo largo de la historia, nuestro mayor progreso se ha producido cuando en la visión de futuro de un gran número de personas era necesario un cambio de dirección. Es nuestra imaginación la que nos llevará más allá de los límites de nuestra realidad actual y nos permitirá imaginar el proyecto de un mundo más bello. Cada persona que abre su mente a esta visión contribuye a la evolución de la humanidad, y cuando un importante grupo haya despertado, el mundo empezará a transformarse.
La lógica te llevará de A a B. La imaginación te llevará a todas partes.