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El año pasado el Parlamento Europeo aprobó una ley para prohibir la venta de cualquier coche nuevo con motor de combustión para 2035. Esto incluye los vehículos de gasolina, diésel e híbridos, por lo que en sólo once años sólo podríamos comprar sólo vehículos eléctricos (VE). Se cree que esto beneficiaría al medio ambiente porque los VE no emiten contaminación a la atmósfera; sin embargo, producir la enorme cantidad de energía eléctrica que se necesitaría para cargar estos coches es muy caro y podría causar más contaminación de la que se ahorra con los VE. También habría que construir suficientes estaciones de carga para dar cabida a cientos de millones de vehículos; es decir, retos de enormes proporciones y otros problemas derivados de una transición tan rápida a los vehículos eléctricos. Quizá sería más prudente integrar los VE en nuestras vidas de forma más gradual. Veamos los hechos.
Aunque los coches eléctricos no emiten gases de escape, la electricidad que se utiliza para recargarlos se genera en centrales eléctricas que, en su mayoría, siguen dependiendo de combustibles fósiles contaminantes. Por tanto, las ventajas medioambientales de los coches eléctricos no se materializarán hasta que hayamos realizado una transición completa a fuentes de energía limpias para la generación de electricidad. De lo contrario, la reducción de las emisiones de los vehículos se verá contrarrestada por el aumento de la contaminación de las centrales eléctricas necesarias para cargar todos nuestros coches. Así que, en la UE hay más de 400 millones de coches, si todos ellos se pasan al VE, ¿de dónde saldrá la enorme cantidad de energía eléctrica adicional para cargar esos coches? La única forma de crear esa cantidad de electricidad limpia y fiable sería construir docenas de centrales nucleares nuevas. Esto sería increíblemente caro y llevaría décadas. Por no mencionar que varios países siguen resistiéndose a la energía nuclear.
La carga lenta y la “ansiedad de autonomía” deben mejorar mucho
Otro obstáculo importante para este rápido cambio es la disponibilidad y eficiencia de las estaciones de carga. Las personas que viven en casas particulares con garaje pueden cargar sus coches eléctricos allí, pero más del 60% de los residentes en la UE no tienen esa posibilidad, así que la mayoría tendrá que ir a una estación de carga. Ahora mismo, un cargador normal tarda entre 4 y 6 horas en cargar el 80% de la batería (según el tamaño de la batería del coche). Hay algunos nuevos cargadores rápidos de corriente continua que pueden llenar una batería al 80% en 30 o 50 minutos. Pero incluso éstos son muy lentos comparados con los cinco minutos que se tarda ahora en repostar gasolina. ¿Cómo va a adaptarse la gente a pasar horas cargando su coche? Luego está la ingente tarea de construir una red de estaciones de carga lo suficientemente grande como para dar servicio a toda la población. En la UE hay unas 140.000 gasolineras, así que ¿cuántas estaciones de recarga habría que construir para sustituirlas?
Las baterías de los vehículos eléctricos también son motivo de preocupación, tanto desde el punto de vista práctico como ecológico. En el aspecto práctico está la "ansiedad de autonomía", que se refiere al miedo a quedarse sin batería antes de llegar a una estación de carga. Aunque la autonomía de las baterías de los coches eléctricos ha mejorado gradualmente con los años, sigue siendo un problema cuando se recorren distancias más largas. Las preocupaciones medioambientales se centran en la producción y eliminación de las baterías. Las baterías de los VE contienen recursos escasos, como metales de tierras raras y minerales pero la extracción y el procesamiento de estos materiales tienen graves consecuencias para el medio ambiente y los derechos humanos, incluido el trabajo infantil. Además, la cadena mundial de suministro de materiales para baterías, como el litio, el cobalto y el níquel, se concentra en unos pocos países (entre ellos China) que no siempre son amigos de Occidente. Los científicos trabajan para fabricar baterías que no dependan de estos materiales, pero por ahora nuestro suministro depende de esos países.
Parece un poco apresurado detener la venta de coches no eléctricos en tan sólo 11 años. SI tuviéramos un suministro fiable de energía limpia que fuera capaz de cargar 400 millones de coches en Europa; y SI la tecnología de carga fuera lo suficientemente rápida como para cargar completamente un coche en minutos en lugar de horas; y SI pudiéramos crear más de 100.000 estaciones de carga rápida de fácil acceso; y SI la tecnología de las baterías fuera lo suficientemente avanzada como para dar a los VE una autonomía similar a la de los coches de gasolina; ENTONCES tendría sentido cambiar al 100% de VE. Pero por el momento ninguna de esas condiciones es ni remotamente posible. Entonces, ¿por qué nos apresuramos a hacer que todos los vehículos sean eléctricos, cuando hay una alternativa sencilla que puede lograr los mismos objetivos sin los problemas? Los coches híbridos: una alternativa fiable utilizada con éxito durante décadas.
Un coche híbrido tiene un motor de gasolina y otro eléctrico que funcionan conjuntamente. Cambia automáticamente de uno a otro en función del nivel de carga de la batería y de las condiciones de conducción. Esto le confiere una mayor eficiencia de combustible y menos contaminación que los coches de gasolina. La mayoría de los híbridos son autocargables (aunque hay algunos híbridos enchufables), por lo que no es necesario enchufar la batería a un cargador, se carga cuando el motor de gasolina está en marcha y también obtiene algo de electricidad del uso de los frenos (frenado regenerativo). Esto significa que los híbridos (a diferencia de los VE) no aumentan la necesidad de producir más electricidad. Además, los coches híbridos no tienen "ansiedad de autonomía" porque se puede parar en una gasolinera para repostar. La infraestructura de gasolina existente sería suficiente, sin necesidad de construir miles de estaciones de recarga.
Todo esto no quiere decir que los VE no tengan cabida en nuestro futuro, pero quizá deberían integrarse en nuestras vidas con más paciencia. Si el Gobierno quiere detener las ventas de vehículos de gasolina y diésel en 2035, entonces tiene sentido mantener los híbridos como puente ecológico hacia un posible futuro totalmente eléctrico. También sería más factible desde el punto de vista económico, ya que los híbridos son mucho menos caros que los VE. Una transición gradual permitiría a los que tienen garajes privados en sus casas cambiar a VE si así lo desean. Mientras tanto, la mayoría de los conductores podrían pasar de la gasolina al híbrido a un coste mucho menor, tanto en dinero como en comodidad.