EDICIÓN: Octubre - Diciembre 2015

¿Qué sucederá con Grecia?

Por Jerry Brownstein
En enero de este año, a lo largo y ancho de Grecia hubo grandes expectativas puestas en que el nuevo gobierno de Alexis Tsipras y su partido, Syriza, acabarían con años de sufrimiento. Los votantes griegos habían dado un giro para apoyar a este partido de izquierdas tras cinco años de duras medidas de austeridad impuestas por los términos del acuerdo de su ‘rescate’ con la UE. Miles de exultantes seguidores se dieron cita en el centro de Atenas para vitorear a Tsipras mientras aceptaba la victoria con estas palabras: «El pueblo griego ha reescrito la historia. Dejamos atrás una austeridad catastrófica, el miedo y el gobierno autocrático». La esperanza se sentía en el aire, pero seis meses después ese sentir se estrellaba contra los acantilados de la realidad. Grecia tiene ante sí recortes asfixiantes que deprimirán aún más su herida economía y disminuirán sus posibilidades de devolver su deuda. Veamos cómo Grecia llegó a esta situación, en qué punto se encuentran ahora y lo que el futuro podría depararles.
 
Hay dos versiones de esta historia. La predominante en los medios de masas dice algo así: Grecia tomó prestado demasiados fondos y se gastó casi todo en ayudas exorbitantes a sus ciudadanos y el enriquecimiento de oficiales gubernamentales corruptos. Tuvieron que incrementar más y más los préstamos para poder responder a las deudas, pero cuando llegó la crisis económica en el 2009 ya no podían pedir más préstamos y se enfrentaban al incumplimiento. Para escapar a la bancarrota, apelaron a sus estados hermanos en la UE (la denominada ‘Troika’ que forman el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el F.M.I. o Fondo Monetario Internacional). Recibieron prestados unos 240 mil millones de euros para pagar casi toda su deuda pendiente. A cambio acordaron un régimen muy estricto de austeridad fiscal combinada con reformas gubernamentales.


 
Esto es lo que oirás en las noticias, y gran parte de ello es cierto. Grecia desde luego que recibió, gastó y despilfarró préstamos de miles de millones de euros entre 2001 y 2009… pero hay más en esta historia. ¿Por qué los bancos e inversores internacionales estaban tan dispuestos a prestar dinero a Grecia? Antes del 2001, Grecia era considerada una inversión arriesgada, pero todo eso cambió cuando entraron a formar parte de la Eurozona. Los inversores ya no veían a Grecia como un riesgo crediticio, pues supusieron que los miembros más fuertes de la Eurozona como Alemania rescatarían a Grecia si había problemas. Como resultado, los inversores y bancos empezaron a invertir mucho en bonos griegos. El antiguo gobierno griego de repente pudo tomar prestado todo lo que quiso a tasas muy razonables, así que se empacharon de tanto dinero barato. Cuando llegó la crisis en 2009, los bancos dejaron de prestar dinero a Grecia y esto hizo que fuese imposible pagar sus abultadas deudas.
 
Los mercados financieros (bancos) habían prestado tanto a Grecia con la idea de que los países más fuertes de la Eurozona responderían por sus deudas… pero resulta que no estaban en lo cierto. Alemania y otras naciones de la Eurozona no estaban dispuestas a rescatar tan fácilmente a Grecia. Sin embargo, tampoco podían volverle la espalda pues, si Grecia incumplía, entonces los grandes bancos en Alemania y Francia perderían miles de millones y ellos mismos correrían peligro. Así que se diseñó un ‘rescate’ que en realidad no lo era. El dinero no se ‘entregó’ a Grecia, sino que meramente recibieron nuevos préstamos para pagar los antiguos. En palabras del economista y Premio Nobel Joseph Stiglitz: «Debemos tenerlo claro: apenas nada de la enorme cantidad de dinero que ha sido prestado a Grecia ha llegado allí. Ha ido a pagar a sus acreedores del sector privado, incluyendo los bancos franceses y alemanes. Grecia ha recibido una miseria, pero ha pagado un elevado precio por preservar los sistemas bancarios de estos otros países».


 
Así que en lugar de deber dinero a quienes compraron sus bonos, Grecia ahora le debe aún más a la ‘Troika’. Además, se les obligó a aceptar recortes de gastos durísimos que iban dirigidos casi exclusivamente a la clase obrera y los pobres. Los griegos ricos (oligarcas) y las corporaciones adineradas apenas se vieron afectadas. Esta política ha sido un desastre. Según otro economista y Premio Nobel, Paul Krugman, «Grecia ha vivido una depresión en toda regla. La economía se ha contraído un 25%, el desempleo ha alcanzado el 28% y entre los jóvenes sobrepasa el 60%».
 
Tras cinco años de sufrimiento bajo esta ‘austeridad’ aplastante, el pueblo griego finalmente se hartó y eligió a Syriza para acabar con tanta miseria. El nuevo gobierno pasó los primeros seis meses negociando con la Troika para acabar con la humillación de una austeridad impuesta. Yanis Varoufakis, su llamativo ministro de finanzas, argumentó que la única forma de activar la economía griega era reducir los pagos de intereses y préstamos. Pero Alemania y la mayor parte de los países de la Eurozona hicieron oídos sordos ante estas peticiones. Siguieron insistiendo en que la aplastante austeridad se mantuviese y que las deudas fueran devueltas en su totalidad. Los griegos fueron informados de que si no acordaban estos términos su país estaría en bancarrota.


 
Con el reloj contando los minutos del último día de negociaciones, Tsipras decidió dar un giro desesperado. Pondría el tema sobre la mesa democrática preguntando al pueblo griego que votara Sí o No a la propuesta de la Troika. Su esperanza era que si el voto ganador era el No, los alemanes y otros respetarían el proceso democrático y tendrían empatía por el pueblo griego.
 
Una semana después, el pueblo griego habló con un decidido voto por el ‘No’, un claro mensaje de que no tolerarían la represión por más tiempo. Esto despertó una nueva oleada de esperanza en toda Grecia, pero duró poco. Alemania y otras naciones europeas no se vieron afectadas por la opinión del pueblo griego, e insistieron en mantener en su sitio las medidas de austeridad como condición para extender los plazos de la deuda. De hecho, sus nuevas condiciones eran aún más duras que las que habían sido rechazadas. Los griegos no tuvieron otra opción que retirarse avergonzados y aceptar el acuerdo, antes que enfrentarse al pánico financiero.
 
Así está ahora la situación. Grecia se enfrenta a una deuda aplastante que no puede devolver pues la política de ‘austeridad’ impuesta destruye la economía griega. Su gobierno ha sido humillado y, en palabras de Tsipras, «debe implementar un acuerdo en el que no cree». Los jefes de la Troika les dicen que deben vender valiosas propiedades gubernamentales a corporaciones privadas… y los beneficios de tales ventas no irán al pueblo griego… irán a la Troika para pagarles por cada vez más préstamos. ¿Cuánto tiempo se puede obligar al pueblo griego a seguir sufriendo? ¿A dónde pueden dirigirse para encontrar alivio?
 
Las respuestas a estas preguntas tal vez lleguen pronto. Grecia acaba de celebrar otras elecciones en las cuales Tsipras y Syriza han conservado el poder a pesar de la humillación del nuevo ‘rescate’. ¿Puede dirigir a Grecia hacia un futuro mejor? ¿Seguirá el pueblo griego apoyándoles si las cosas no mejoran con rapidez? ¿O tendrán que apelar a los partidos fascistas de extrema derecha que han estado ganando en apoyos? Los últimos capítulos de esta Tragedia Griega aún están por escribirse… y el mundo entero les observa. •